lunes, 31 de enero de 2011

Así de fácil, o de difícil.

No quiero vivir con reglas, ni ordenes, ni un camino recto y fácil. Quiero seguir mis propias reglas, hacer lo que quiera cuando quiera como quiera porque quiera y con quien quiera. Quiero que el camino, tenga alguna que otra piedra. Quiero que sea largo y eficiente, que sea ante todo divertido. Que siempre haga sol, aunque me gusten los días nublados, pero sin lluvia. Aunque mejor, prefiero que el camino me sorprenda. Que pase lo que tenga que pasar, y si algún día que otro llueve, sacar el paragüas.

A los que fallan, que les follen.

El problema no es de los demás, sino de uno mismo. La culpa es tuya; si confías en alguien, y te falla, no haberlo hecho. Si, claro, no sabías que te iba a fallar, no sabías todo lo que podía pasar, desconocías las consecuencias, pensabas que era diferente.. Pero te equivicaste. Quizás fue porque te precipitaste al confiar en ese alguien, quizás porque no querías darte cuenta de que no era lo que se dice un amigo... Mil "quizás" que podemos usar como excusas, o no. Alomejor el problema es que no conocías lo suficiente a esa persona o.. Simplemente decidió fallarte.

Déjale marchar; si vuelve, es tuyo, sino, es que nunca te perteneció.

Y, ¿para qué nos esforzamos tanto en conseguir algo? Lo más probable es que le dediquemos muchísimo tiempo para luego, ¿luego qué? todo sea una mierda. Y llega el momento en el que te olvidas de todo eso por lo que luchaste, de todos los esfuerzos y la poca pena que mereció hacerlo, y justo, todo se resuelve. Si, hablo de cuando pierdes algo, lo buscas y no lo encuentras, y ahí es cuando decides dejar de buscarlo. En ese instante, un tiempo después, aparece. ¿Para qué perder el tiempo buscándolo, si siempre aparece?